Lo hemos oído multitud de veces, «no hay una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión» Y es muy cierto. En multitud de ocasiones, los prejuicios nos hacen ver en los demás actitudes que no nos resultan agradables pero el examen del otro, y su aceptación o rechazo a priori, es parte de la condición humana. Por eso es tan importante causar una primera buena impresión.
Si no conseguimos la aceptación desde el principio, cuando menos, deberemos emplear tiempo y energías en cambiar la percepción negativa que de nosotros se tenga. Si, por el contrario, empleando un mínimo esfuerzo, la otra parte nos acepta, tendremos ganado un tiempo valiosísimo.
Aprender a «caer bien» a los demás, desde el principio, es cuestión relacionada con la educación, con la urbanidad…..y con eso que llaman protocolo que algunos califican de «casposo» por pura ignorancia.
Todo se aprende, siempre y cuando haya una predisposición a ello. Por eso, hacerse querer, respetar y apreciar de las personas que nos presentan en una reunión social o de negocios requiere un esfuerzo personal de adaptación al medio. Es muy cierto que, a veces, las circunstancias de trabajo o sociales nos obligan a renunciar a nuestros gustos y deseos para cumplir con las espectativas que otros tienen de nuestra persona o para alcanzar resultados profesionales. Lo importante es que la dejación de nuestros gustos no signifiquen pérdida de la propia identidad.
Cuando de socializar se trata, solo hablamos de devoción, pero en el mundo de los negocios estamos obligados a caer bien desde el principio y a renunciar a parte de nuestras satisfacciones para adaptarnos a los demás.
El esfuerzo por caer bien a los demás, renunciando a los propios deseos, tiene como recompensa el aprecio de las personas con quienes nos relacionamos. En el caso de la empresa, reporta importantes beneficios en términos de reforzamiento de relaciones personales.
Llámalo como quieras pero ser educado, adaptarte a las personas, al momento y al lugar, ofreciendo una buena impresión, siempre produce beneficios.
Estoy muy de acuerdo con la reflexión de mi amigo Juan de Sevilla: «Güandedió, é una cuestió fasir: Tubi or not tubi….polair» (*)
Tu mismo.
(*) Traducción libre del autor: «Juan de Dios, es una disquisición básica: To be or not to be…..polite»
© Juan de Dios Orozco López
10 comentarios
«Güandedió, é una cuestió fasir: Tubi or not tubi….polair»
Como siempre!!! Maravilloso!!
PEBR
Gracias Patricia.
Un saludo afectuoso desde España.
JDD Orozco.
Más claro que el agua …imposible!. Lástima que no todos son conscientes de la importancia que tiene lo que describes en tu post.como siempre gracias Juan de Dios.
Tendremos que hacer un esfuerzo para que se enteren.
Gracias por tu comentario.
Saludos cordiales.
JDD Orozco.
Totalmente de acuerdo, Juan de Dios.
Tener «buena presencia» no equivale a ser guapa o guapo, ni a tener atractivo físico, aunque todo ayuda para esa primera impresión. Una persona tiene buena presencia cuando decimos de ella que es muy afable: «Agradable, dulce, suave en la conversación y el trato», lo define la R. A. E.
Lo más importante, es mirar a los ojos y sonreir amablemente.
Gracias por este artículo, Juan.
Gracias Pedro por tu amable comentario.
Un abrazo.
JDD Orozco
Fantástico post, Juan de Dios, a ver si remonta también esta crisis de educación, valores, comportamiento…en definitiva saber!
Saludos cordiales.
Gracias Raquel.
Un cordial saludo.
JDD Orozco.
Mil gracias, Juan de Dios.
Un post en el que con sutileza tratas un asunto muy importante: saber ser y estar aunque la circunstancia o alguna persona nos incomoden, pero sin que esto se note ni sea hipocresía, sino asertividad.
Recuerdo perfectamente que aprendí de vosotros la frase con la que has comenzado tu artículo y que tan cierta es.
Recibe un afectuoso saludo.
Ana Belén.
Gracias Ana belén por tu comentario.
Saludos afectuosos.
JDD Orozco